8.3Score
Final Verdict
Un disco muy interesante, al nivel de los mejores entregados hasta la fecha, ruidoso, melancólico y apocalíptico, donde Yo La Tengo, se han olvidado del pop, atestiguan que las guitarras eléctricas no están desapareciendo, continúan con su eterno idilio con la distorsión y dan pruebas evidentes que el modelo dista mucho de estar acabado, reivindicando como pocos que las canciones efectivamente pueden durar más de 7 minutos.
Si te enfrentas al delicado y emocionante momento de ponerte a escuchar el decimoséptimo trabajo de estudio de una banda prestigiosa donde las haya, considerados, especialmente por la crítica, como uno de los precursores de la escena indie americana (sin desmerecer a Sonic Youth, Pixies, Pavement y alguno más,…), se te plantea la disyuntiva de si estará al nivel de los grandiosos “I Can’t Hear the Heart Beating as One” ( 1997) y “And Then Nothing Turned Itself Inside-Out” (2000) o al menos si llegará al nivel de “Fakebook” (1990), “Painful” (1993) “Electr-O-Pura” (1995).
Y “This Stupid World” (2023), si no se encuentra a ese nivel, es evidente, que le falta muy poco, ya que en su conjunto resulta un trabajo espectacular. El contenido no difiere de lo ofrecido a lo largo de su trayectoria por los de Nueva Jersey, pero quizá está mas desarrollado y conjuntado. Recordemos que nos encontramos con un grupo que es cronista de nuestros días (teniendo en cuenta que para Yo la Tengo “nuestros días” suponen ya casi 40 años), con una exposición introspectiva y ruda, con guitarras ásperas, un fondo ruidoso y distorsionado, melodías inquietantes, pero siempre únicos. Y más cuando ellos mismos han decidido ejercer de productores, obviando cualquier colaboración externa.
Y no defraudan. De inicio la obsesiva “Sinatra Drive Breakdown”, con la letanía “until we all break, until we all break” repitiéndose en sus casi 7 minutos y medio, muestra la esencia de lo que supone Yo la Tengo. Sonido envolvente, alternado lo melódico con lo ruidoso, para desembocar en unas guitarras desbocadas que no siguen el ritmo hipnótico y sencillo que marcan bajo y batería durante toda la canción. A continuación la noventera “Fallout”, un auténtico himno shoegaze, que desde ya, deberemos situar, sin duda, entre el elenco de los temas que obligatoriamente quedan incluidos en el grupo de imprescindibles de la discografía. Fue el primer single de presentación previa a la publicación del álbum.
Para los todavía no iniciados en Yo la Tengo, con estos dos temas iniciales, ya pueden ser conscientes de lo que se han perdido durante los últimos 40 años.
El contrapunto, o respiro según como se mire, aparece en los dos siguientes cortes. La lúgubre “Tonight’s Episode” una pieza que roza el country, con batería y bajo marcando un ritmo continuado y ascendente, con guitarra acústica apareciendo esporádicamente y, el excelente murmullo de la balada “Aselestine”, con Georgia Hubley al mando vocal nos evoca a una tristeza que, en general, es más soportable con amigos. O eso nos dicen.
“Until It Happens”, con alusiones al paso del tiempo y a la muerte (prepárate a morir mientras estés a tiempo), supone un medio camino entre un blues y un folk meditabundo que se va acelerando mientras transcurre, desembocándonos en “Apology letter”, quizá el tema más pop del álbum, al que le sigue un esplendido y estrepitoso tema garage-rock noventero de manual “Brain Capers” que muchos grupos matarían por haberlo creado.
El final del trabajo encadena los más de 7 minutos de puro muro ruidoso, que ya quisieran para si los reyes del shoegaze, My Bloody Valentine, con la canción que da título al álbum, donde recoge claramente sin lugar a duda la idea central que se intenta transmitir: “this stupid world it’s killing me, this stupid world is all we have”; para acabar con “Miles Away”, canción balsámica y apaciguadora, otra vez con mas de siete minutos, con Georgia Hubley a la voz principal, necesaria para tranquilizar los ánimos. Un final delicado y memorable.
En definitiva suponen 50 minutos repartidos en nueve cortes de una atmosfera totalmente absorbente. Es un disco muy interesante, al nivel de los mejores entregados hasta la fecha, ruidoso, melancólico y apocalíptico, donde Yo La Tengo, se han olvidado del pop, atestiguan que las guitarras eléctricas no están desapareciendo, continúan con su eterno idilio con la distorsión y dan pruebas evidentes que el modelo dista mucho de estar acabado, reivindicando como pocos que las canciones efectivamente pueden durar más de 7 minutos. Por cierto, para los acólitos irreductibles, en breve, finales de abril y primeros de mayo, los tendremos de visita, en Barcelona, Madrid, Murcia y Bilbao, con la esperanza que en directo el trabajo brille más si cabe.
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