8.1
Score

Final Verdict

Yard Act superan todas las expectativas con ‘The Overlaad’, un álbum de debut lleno de grandes canciones en las que no se cortan un pelo a la hora de diseccionar a la actual sociedad británica. Y lo hacen de la forma más irónica y divertida posible.

La música británica no sería la misma sin una buena dosis de mala leche, ironía, y mucha política. En las últimas décadas todos los géneros musicales salidos de las islas han tenido a sus bandas reivindicativas -cada una a su manera, eso sí-. Aunque ninguna como el rock. El último ejemplo lo tenemos en Yard Act, un grupo de Leeds que se ha convertido en la nueva sensación en Inglaterra, y que tiene todas las papeletas para debutar en el número de las listas de allí. Y todo gracias a unas canciones que son una auténtica radiografía de la sociedad actual británica. 

The Overload’ viene con la coletilla del “primer gran disco de la era post-Brexit”. Y la verdad es que es una descripción que le viene bastante bien. James Smith, su líder, y compositor de buena parte de sus letras, tiene talento de sobra para hablar del capitalismo, y de como su país se ha convertido en un lugar lleno de desigualdades sociales. Lo hace con ironía, humor, y una buena dosis de mala leche. De ahí que sean capaces de sacarse de la manga himnos anticapitalistas tan directos como “Payday” y “Rich”, donde hablan de la gentrificación o de esos nuevos ricos que renuncian a sus ideales en cuanto tienen algo de dinero. Además de dar cera a los hombres (grises) de negocios en “The Incident”. 

Para contarnos todas estas historias, Yard Act se van hacia un post-punk bastante animado, que muchas veces se pasa al lado más bailable y pop. Ahí está esa “The Overload” que le da título, en la que prácticamente se ríen de ellos mismos y se sacan de la manga un estribillo pegadizo y memorable. Además, te llevan a la pista de baile con toda la facilidad del mundo. Algo que también ocurre con “Pour Another”, que está más cerca de los Talking Heads que de otra cosa. Incluso en “Dead Horse” son capaces de acercarse a ese dance-rock que tanto éxito tuvo hace un par de décadas. Aunque eso sí, pasado por el filtro de Mark E. Smith, el líder de The Fall, que al final ha conseguido que su peculiar forma de cantar se haya convertido en todo un referente para decenas de bandas.

Casi se podría decir que repasan buena parte de la música británica de los últimos cuarenta años. Y lo hacen con parada en el punk de la vieja escuela (“Witness (Can I Get A?)”), en el britpop más arty (“Land of The Blind”), o en la new-wave (“Quarantine The Sticks”). Además, con muy buenos resultados. Pero nada como “Tall Poppies”, una canción con una de las letras más largas que se recuerdan. Y es que, para contarnos la historia de un señor que quiere vivir tranquilo, en su pueblo, jugando al fútbol, y sin grandes lujos, necesitan su tiempo. Sobre todo, porque al final muere de cáncer, y hasta el mismo James Smith siente empatía por él y llora su pérdida.