En una Sala Sol con apenas 100 espectadores, pudimos ver la Noche del Dúo Extravagante. La primera pareja, esta temporal, unió a McBean y su guitarra con un nuevo socio, Greg Foreman (ex The Delta 72), teclista y showman en sí mismo con su look a lo primitivo Rod Stewart (su blog, The Drugstore, habla por sí solo…). Juntos, dieron rienda suelta a un peculiar mix en el que el barbudo cantante tiraba unas veces de melodías con aroma a rock clásico, otras de ruidismo shoegaze, incluso alguna baladita, mientras que Foreman lo barnizaba todo en alocados teclados sesenteros y grititos con reverb. Y el caso es que el experimento funcionó, incluso con momento cómico de Foreman discutiendo en broma con el técnico de luces. Después de 40 minutos de actuación, chocaron manos con el otro dúo de la noche, desde Baltimore, Wye Oak.

Cada vez que oigo mencionar a Baltimore, me es imposible no recordar esa joya de serie que es The Wire. De la mano de McNulty, Stringer Bell y Omar conocimos la ciudad en todos sus descosidos. Su vertiente musical, que no sale en televisión, es ahora Animal Collective, Beach House, Cass McCombs…y Wye Oak, que toman su nombre de un centenario roble de la ciudad amable.

Este dúo se ha acercado por fin, tras seis años de carrera, a Primera División. La campana ha sonado con su tercer disco, ‘Civilian’. Y también son una extraña pareja. Ella, Jess Wasner, es la adorable vecina rubia con cara de no haber roto un plato ni por error. Él, Andy Stack, parece un nerd sacado de The Big Bang Theory. Pero juntos, arrollan. Sobre una cama folk, se desatan con ramalazos shoegaze y dream pop por doquier. Y son un dúo puro, sin músicos de acompañamiento. Ella estruja la guitarra alternando punteos deliciosos con acordes feroces, mientras canta con una voz portentosa. Él se multiplica. Con la mano izquierda toca el teclado (en clave de bajo) y con la derecha pone la batería a escupir fuego si la canción lo exige. Dos compenetrados valen por cuatro…

Y así lo demostraron en la canción que les ha puesto en el mapa del indie a nivel global y que titula su álbum, ‘Civilian’. La voz de Wasner estremecióla Sala Sol y fue el momento más vitoreado por el público. Wasner demostró que es una guitarrista muy notable en temas como ‘Dogs Eyes’ y ‘Hot as day’, que sabe imprimir carácter con sus cuerdas vocales (ahí estuvo ‘Holy’) y que puede contener sus arrebatos guitarreros (‘I hope you die’). Se guardaron para el final ‘For Prayer’, su otra gran perla, de su segundo disco (‘The Knot’, 2009). En apenas tres minutos y medio de epílogo se condensó la fórmula Wye Oak: inicio melódico, tempos lentos, y cuando menos te lo esperas, aluvión eléctrico y oleadas de percusión. En este caso, dejando un estribillo clavado en la mente: “So cross your fingers and say a prayer, you don’t believe but I don’t care…”.

Se marcharon con la misma timidez con la que llegaron, pero fue una falsa alarma. En el camerino les dijeron que aún había tiempo para otra. Volvieron y eligieron una versión de los Kinks, ‘Stranger’. No estuvo a la altura de lo ofrecido antes. Fue el único tiro errado de la noche. Con tantos que dieron en la diana, se les perdona

Foto: Carla Mir para HeinekenPro