Tecnología. Datos. Mundo laboral… ¿Literatura? Libros del Asteroide nos trae Valle inquietante, las celebradas memorias de Anna Wiener sobre su paso por el mundo de las startups en Silicon Valley. En teoría, el Nuevo Mundo conquistado por los emprendedores, el Valhalla de los «revolucionarios digitales» del nuevo milenio y, claro, el Reino de los «adalides de la libertad». En realidad, un microcosmos más tóxico que El chiringuito y más peligroso para la humanidad que —son los padres— la Escuela de Chicago.   

Nacida y criada en Brooklyn, Anna Wiener (1987) vive en San Francisco y escribe sobre cultura tecnológica para The New Yorker. Ha publicado artículos en N+1, The Atlantic, Wired, The New Republic, New York o la revista Times. De hecho, Valle inquietante, su debut, nació a raíz de una de esas colaboraciones. Dayna Tortorici, editora de N+1, animó a Wiener a transfomar una reseña, convertida en viral anecdotario de su experiencia en El Dorado de las tecnológicas, en libro. Una crónica laboral en primera persona que se lee como un descorazonador retrato generacional. 

Valle inquietante arranca en 2013, con una joven Wiener de veinticinco años atorada en el sector editorial —asistente en una agencia literaria— neoyorquino. Frustrada, oirá los cantos de sirena de la imparable tecnoutopía. Primero, fichando por una startup de libros digitales. Luego, abrazando el pack completo, en la mismísima hondonada de Santa Clara, pasando a formar parte de una novedosa singladura en una empresa dedicada al análisis de datos —ais, me suena esto— y, posteriormente, en otra devota del código abierto. Submundos efervescentes en un universo, el de Silicon Valley, tan particular como, muy pronto nos es revelado, profundamente perturbador.

Porque Anna Wiener nos habla de una juventud, en apariencia y discurso, rompedora, audaz, visionaria. El motor de un cambio de paradigma virtuoso e incontestable. Y sí, el entusiasmo es febril… pero es una calentura demencial, una especie de carrera hacia la nada. Perdón, hacia el dinero, la riqueza y el poder logrados de forma meteórica. Valle inquietante rebosa de palabras como innovación, procesos, objetivos, productividad, hojas de ruta, gráficas de ingresos, meritocracia… Jerga falaz, deshumanizadora y demoledoramente familiar —ojala fueran libros, pero de algo hay que comer— cortesía de la mercadotecnia, para disimular al turbocapitalismo más salvaje. 

Diría que la autora no destaca por una prosa luminosa o especialmente adictiva —nada que reprochar a la impecable traducción de Javier Calvo—. Describe, de forma más bien metódica y puntillosa, incluso algo roma, lo vivido. Sin embargo, esa falta de brillo en el cómo se cuenta no tiene nada que ver con la relevancia de lo narrado. La acerada perspicacia de Wiener es enorme, desmontando a «una ciudad de perdedores a la que le estaba costando absorber el flujo entrante de aspirantes a triunfadores», en consecuencia epítome de la gentrificiación. Exponiendo la ridiculez de mantras defendidos cual dogmas de fe sobre supuestos ideales benefactores para la humanidad, mientras la startup aspira a controlar nuestras vidas mediante apps y algoritmos —léase El enemigo conoce el sistema—, o tienen un papel más que significativo en el espionaje internacional. 

Aún más importante, Anna Wiener perfila un completísimo retrato robot de ese colectivo humano lobotomizado por una cultura corporativa alienante y un culto al líder que Kim Jon-un ni sueña. Una tribu urbana de blanquitos ricos —los MBA no se pagan solos— e hiper ambiciosos. Jóvenes en busca de ser el nuevo «unicornio» —la startup imprescindible que revienta la cotización bursatil—, sin importar las implicaciones de lo implementado o a quien se le vende. Empantanados en jornadas esclavistas de trabajo maquilladas por snacks gratis, oficinas environmentally-friendly, bonuses por objetivos y ocasionales fiestas all-included. Fánaticos de «la Causa» —o eso se espera, y exige—. Y machistas hasta la médula. 

Y es que la exposición de una misoginía institucionalizada es otro elemento a destacar de Valle inquietante. Wiener tira —¿hasta lo irrisorio?— de eufemismos para no nombrar siquiera a las empresas, por archiconocidas que sean. No obstante, sí muestra sin ambages como las mujeres eran —¿son?— apenas una mera cuestión de imagen. Una minoría destinada a los escalafones inferiores —tipo atención al cliente o «condiciones de uso»—, en las antípodas del liderazgo de los machos programadores o directivos. La cosa empeora, ya que en la startup de código abierto la autora vivirá un clima laboral siniestro y victimista debido a la crisis generada por una denuncia por discriminación de género. Tras un socio dimitido y otro huído, los cambios serán cosméticos: vía coaching, ascensos inocuos, nuevos eslóganes y ofertas de trabajo para féminas algo menos degradantes. En definitiva, un #MeToo más que descafeínado, deprimente. 

Ese es precisamente el poso que deja Valle inquietante, cuyo desenlace —sin destripar demasiado—, nos habla de hastío y derrumbe total de ese corpus mitad ingenuidad, mitad perversa manipulación del neoliberalismo, ante los ojos del lector. La política imbricada a la realidad social de la era Trump y el discurso del odio, con la proliferación absoluta del troll y bot. El final, vía la presión financiera y el ocaso de la novedad, de lo molón y la actitud, tan peterpanesca como megalómana, sustituida por un quehacer mucho más convencional. Un fracaso muy reconocible —y aún muy vivo— del que Anna Wiener pudo salir para contarlo.