Sorpresón. Nórdica, editorial independiente de gusto exquisito y querencia por los clásicos acaba de estrenar una nueva colección/línea editorial, Nórdica Cómic (Nørdicacómic). Y, para estrenarse, no podría haber elegido mejor: la norteamericana Flannery O’Connor. Antes de continuar la reseña, lo diré claro. No es sólo una referencia de los “escritores sureños”. Es una de las mejores escritoras de relatos de la historia y, para quien escribe, simplemente una de las grandes plumas de la literatura universal.
Tiras Cómicas, seleccionado por el New York Times como uno de los mejores libros de 2012, es la compilación de todas las viñetas humorísticas que la gran autora sureña realizó a comienzos de los años cuarenta, en su época estudiantil, cuando su obra apareció en las publicaciones de su instituto y universidad, precisamente el eje principal de estas curiosas viñetas —el otro sería la II Guerra Mundial, pero tiene un papel más secundario—.
Un gran acierto de estas Tiras Cómicas son, sin duda, los textos que complementan el libro. El primero, a modo de introducción, titulado Trabajar al Revés, corre a cargo del grabador e ilustrador Barry Moser. Es un sucinto pero sin embargo interesante apunte sobre la técnica y recursos empleados por la genial escritora de Savannah en sus linograbados, lo que supone un magnífico añadido para los no iniciados en este campo. O’Connor combinó pluma y tinta en sus ilustraciones. Es obvio que el dibujo es rudimentario, incluso tosco, pero sus narizotas protagonistas, siempre en blanco y negro, conforman un conjunto coherente y fácilmente reconocible. Y además le proporcionan el espacio suficiente para armar las viñetas en torno a unas expresiones faciales transparentes y, sobre todo, en unas notas al pie que son auténticos arponazos. Mordacidad, autoparodia y crítica indisimulada a las ínfulas de la comunidad estudiantil, donde estudiantes, profesores y sistema educativo salen bastante mal parados, pero sin caer nunca en el vitriolo.
El ojo clínico y su capacidad para retratar una realidad social muy particular, la del instituto y posteriormente universidad, por parte de la joven O’Connor es exactamente lo que desmenuza brillantemente Kelly Gerald, experta en la escritora sureña, en El Hábito del Arte, texto que cierra el libro. Gerald aúna la historia personal de la escritora, marcada por la religión y la enfermedad con sus proyectos y ambiciones personales —dibujante, periodista—, su obra pictórica y posteriormente literaria. El estudio es detallado, muy rico y concluye con la demoledora conexión entre sus aparentemente ligeros dibujos satíricas y sus incomparables relatos. El proceso creativo de una escritora excepcional, que ya en una carta, datada en 1955 —a los treinta años— sentenciaba que su idea de la buena escritura se reducía a una sola verdad: “hay que aprender a pintar con palabras”. Muy muy pocos, “pintaron” como ella. Para los que la adoramos, este libro es una joya. Y si no la conocéis, tenéis que ponerle remedio inmediatamente. No sé a que estáis esperando.