8.0
Score

Final Verdict

La fórmula con la que ha dado Glenn Donaldson para sus The Reds, Pinks & Purples sigue sin agotarse. Su nuevo álbum es otra fantástica colección de canciones del mejor indie-pop melancólico. Y ya van unas cuantas en apenas cuatro años.

Hay pocos casos en la música actual como el de Glenn Donaldson. El artista de San Francisco tiene una actividad frenética que le puede llevar a editar cuatro referencias de The Reds, Pinks & Purples en un solo año. O a juntarse con Jeremy Earl de Woods y crear un estupendo trabajo bajo el nombre de Painted Shrines. Y lo extraño de esto es que la calidad de sus publicaciones no decae. Donaldson se ha convertido en uno de los mejores cronistas de la escena indie-pop. Además, tiene un talento especial para crear estupendas melodías que se transforman en melancólicas canciones pop. Y sí, el nuevo trabajo de The Reds, Pinks & Purples es otra buena muestra de esto.

The Town That Cursed Your Name’ nos muestra a unos The Reds, Pinks & Purples un poco más pesimistas que de costumbre. Sobre todo, porque, en él, Donaldson reflexiona -en segunda persona, eso sí- sobre la industria musical y sobre lo que es pertenecer a ella desde una posición de artista independiente. Así, nos encontramos con una colección de canciones en las que salen temas como lo poco que pagan a los artistas las plataformas de streaming, o lo difícil que es sobrevivir para los sellos pequeños. Además de si sigue mereciendo la pena seguir en esto cuando es imposible vivir de la música.

Aunque se podría meter a The Reds, Pinks & Purples dentro del indie-pop, sí es cierto que tienen dos tipos de canciones diferentes. Por un lado, aparece su faceta más limpia, con la que se acercan a míticos del sello Sarah Records, como The Field Mice. Ahí es donde encontramos temas tan contagiosos como “The Late for an Early Grave”, “Leave It All Behind” y “Waiting on a Ghost to Haunt You”, que suenan brillantes con su fusión de guitarras acústicas y eléctricas. Sin embargo, cada vez tiene más protagonismo en su música un lado más sucio y melancólico con el que nos dejan cortes realmente sobresalientes. Canciones como “Life in the Void” o “Burning Sunflowers”, que nos remiten a unos The Cure empapados de suciedad. O esa maravilla llamada “Mistakes (Too Many To Name)”, la cual, incluso, suena más sucia todavía.

Últimamente, Donaldson también se encuentra muy cómodo pisando el freno y bajando la intensidad de sus guitarras. Y hay que reconocer que se le da bastante bien. Ahí tenemos la melancólica “Here Comes the Lunar Hand”, que se desenvuelve estupendamente yéndose a un pop retro y casi sixties. O “Almost Changed”, en la que apenas necesita una guitarra acústica y su melancólica voz para emocionar. Además de “Break up the Band”, la cual, al estar protagonizada por un piano, supone la gran sorpresa de este álbum. De hecho, se cierra con ella.