8.2
Score

Final Verdict

The Lemon Twigs traen lo mejor de los sesenta y los setenta al Siglo XXI en ‘Everything Harmony’, un estupendo trabajo en el que consiguen dar con la mejor colección de canciones de su carrera.

The Lemon Twigs han dado un paso de gigante en su carrera con ‘Everything Harmony’. El nuevo disco de los hermanos Brian y Michael D’Addario reincide en el sonido retro que caracteriza su discografía, pero todo suena más grande y mejor en este álbum. No obstante, ellos mismos afirman que querían hacer un disco realmente hermoso. Y vaya si lo han conseguido. Además, lo suyo tiene más mérito, porque nos es fácil tirar de unas influencias tan sobadas y dar con algo que suena fresco y entra a la primera. Pero ellos lo han logrado.

En su cuarto trabajo, The Lemon Twigs llevan ese sonido de los sesenta y los setenta que tanto veneran a un nivel que muy pocos pueden alcanzar. Sobre todo, porque se las saben todas a la hora de dar con ese sonido, y aquí han tirado la casa por la ventana. En este trabajo encontramos violas, un clavecín, dos pianos, trompas, varios tipos de órganos, y una buena cantidad de cuerdas. Y, por si esto fuera poco, multiplican las guitarras en muchos de sus temas. Pero también por el talento que tienen a la hora de crear armonías. Algo que reconocen que ha sido prioridad a la hora de grabar estas canciones. Y si a esto le sumamos unos estribillos redondos, ya tenemos el combo perfecto.

Otro de los puntos fuertes de este ‘Everything Harmony’ es que en él hay una amplitud de influencias. Ellos mencionan a Arthur Russell o Moondog, pero también es fácil ver una notable influencia de Simon and Garfunkel. Además, nada más empezar. “When Winter Comes Around” es una de esas baladas que empieza fijándose en el lado más tranquilo del folk y que de repente estalla en una orgia de órganos épicos. Y si nos vamos a “Corner Of My Eye”, nos encontramos con una delicada canción que los acerca al lado pop del mítico dúo de Queens. Además, su estribillo no puede ser más resultón -se te mete en la cabeza y no hay quién lo saque de ahí-. Y no nos podemos olvidar la delicadeza acústica con la que atacan la preciosa “Every Day Is The Worst Of My Life”.

El pop y el rock más sofisticado de los setenta también tiene presencia en este álbum. Ahí tenemos una joya como “Any Time Of Day”, con su piano y cuerdas elegantes, y con un falsete que rompería algunos cristales. De hecho, se nota que hace poco que han trabajado con Todd Rundgren, porque prácticamente fusilan su sonido. Y por ese camino siguen en “What Happens To A Heart”, donde las cuerdas rebosan de épica y emoción. No obstante, los mete de lleno en el mundo de los musicales. Una influencia que ya aparecía en su anterior trabajo y que aquí también se puede ver en la navideña “Born To Be Lonely”, la cual no desentonaría en cualquier teatro de Broadway. Algo que también se podría decir del tema titular, donde aparece esa influencia de Arthur Russell que comentábamos más arriba.

Estamos ante un disco en el que las baladas son las protagonistas, pero también sacan algún hueco que otro para levantar el pie del freno y desmelenarse un poco. Ahí es donde son capaces de hacer una canción como “In My Head”, toda una joya pop por la que matarían la mayoría de los grupos que han tirado de los Byrds en los últimos sesenta años. No es el único gran tema que sale de esa influencia, porque “Ghost Run Free”, con su estribillo vibrante y su juego de guitarras, es incluso mejor. Y si nos vamos a “What You Were Doing”, vemos que no han perdido su amor por el glam-rock de los setenta. Así que no sólo estamos ante un gran disco, también ante uno de lo más variado.