Más áspero, un poco más sucio, menos complaciente…En su quinto trabajo, The Horrors han cogido el toro por los cuernos y se han dejado llevar por unos sonidos un tanto más oscuros que los de sus dos últimos trabajos. Así que sí, los ochenta, Echo & The Bunnymen y el mundo de los cardados siguen por aquí, pero desde una perspectiva un tanto más cruda. Aunque, eso sí, alguna excepción hay y no tienen problema en hacerse con dos o tres temas más radio-friendly.
Resulta curioso, pero la primera parte, que debería ser la más fácil de escuchar, es la más escurridiza. A lo largo de los primeros minutos, se van sucediendo temas como ‘Hologram’, ‘Machine’ o ‘Ghost’, que están lejos de su faceta más comercial. Aquí las guitarras rugen entre teclados sucios, voces distorsionadas y una pequeña pátina electrónica. Sobre todo en la última, que nos muestra a los británicos mucho más minimalistas, y acercándose al post-rock.
Aunque su primera parte no está nada mal, lo mejor de “V” llega a partir del quinto tema. ‘Point Of No Reply’ nos muestra a esos The Horrors obsesionados con Simple Minds, a los que no les importa rebajar su nivel de crudeza para acercarse al pop. Aunque éste sea un pop de lo más oscuro. Algo que repiten con mejor atino en ‘Weighed Down’ y, en menor medida, en ‘World Below’ (aquí vuelven a ponerse un poco más sucios).
Hay tres temas que sorprenden en este nuevo trabajo. Además, por diferentes razones. El primero es ‘Gathering’, donde nos encontramos a unos The Horrors cómodos con sus guitarras acústicas, y acercándose a algo que podríamos calificar como folk. Y la verdad es que no se les da nada mal. El segundo es ‘Its A Good Life’, un corte épico y ensoñador, que explota en un estribillo envolvente y melancólico. Toda una maravilla que les abre unas cuantas puertas nuevas. Pero para nuevas puertas está ‘Something To Remember Me By’, el tema que cierra el disco, y la canción más bailable que han hecho nunca. Probablemente estemos ante una de las mejores canciones de su carrera, en la que se sueltan la melena, y se lanzan a la pista de baile sin complejos y armados con un estribillo redondo. Eso sí, las influencias siguen siendo las de la Inglaterra gris y deprimente de los ochenta, concretamente, la de las discotecas de Manchester.
A lo tonto, y disco a disco, The Horrors se están haciendo con una discografía realmente notable. Y eso que, tras sus comienzos erráticos, y demasiado punkis, no dábamos un duro por ellos.
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