Con menos público del esperado por su trayectoria y las buenas vibraciones que transmitieron en sus anteriores visitas (solo algo más de media entrada) y con sus fieles expectantes, el grupo australiano The Drones dio una lección de cómo alternar la calma tensa con la furia y la distorsión.

No fue este sin embargo el mejor de los conciertos que les he visto, la sonorización (especialmente al principio) hizo que sonaran de manera embarullada, más propio de un grupo de garaje o grunge, que a lo que nos tenían acostumbrados. Tampoco se destacaron por dejarnos disfrutar de su música más allá de los 55 minutos iniciales con un único bis de unos 8 minutos. No es que suelan prodigarse mucho más pero esperaba que prolongaran algo más su pase.

Liderados por Gareth Liddiard, ejerciendo de front man, vocalista y guitarrista y bien secundado por el guitarrista Dan Luscombe, la fiel y agraciada Fiona Kitschin aportando profundidad con su bajo y un nuevo batería que sustituía a Mike Noga (al que pudimos ver abriendo recientemente para Low en Bikini) arrancaron potentes y distorsionados con las guitarras echando chispas. Es sin embargo en los medios tiempos con sus crescendos y distorsión controlada donde se crecen y logran convencerme.

Alternaron temas de sus sucesivos álbumes desde “Baby2” y “Shark Fin Blues” de su más exitoso trabajo de ”Wait long by the river and the bodies of your enemies will float by“ (2004) a “The Miller’s Daugther” de su álbum homónimo de 2005 con paradas en “I See Seawed” de 2013. Intensos y carismáticos.

Dead Party, liderados por otro australiano Etienne Mamo, y que quedaron finalistas del primer “Bala Perduda” precedió su pase dejando muy buenas sensaciones durante los 45 minutos que permanecieron en escena.

Foto: Meritxell Rosell