¿Cómo será el futuro? Da miedo pensarlo —sobresaturados de tecnología, virtualizados hasta el extremo, asolados por gravísimos problemas medioambientales, con el PP o su anaranjada versión 2.0. gobernando y mejor no entro a hablar del procés, que aún seguirá en marcha—. Pero de algo sí estoy seguro. Pongamos que es el año 2030. The Birkins acabarán de sacar su décimo disco, que podría titularse Le voyage dans la lune, y este redactor apostillará la crítica del álbum con una frase aspirante a lapidaria del estilo “una nueva diana en una de las carreras más sólidas del panorama nacional”. ¿Soy sólo yo o vosotros también tenéis la impresión de que la banda canaria “no va a fallar”? Porque, volviendo ya al presente, esa es la sensación que me deja Souvenirs, su tercer larga duración. Cuidado, placentero, diverso, sugerente, hermoso, impecable. Lo repasamos.

Arabian Nights abre Souvenirs a lomos de una guitarra, primero sinuosa y tranquila, acompañada de efectos de eco y órganos envolventes —elemento clave del disco—, para enseñar sus garras poco después, encrespándose y subiendo la intensidad en un épico estribillo a dos voces. Magnífica declaración de intenciones.

Más directa y descaradamente pop es Lying on My Bed, en la que Cristina Santana toma el mando vocal con resultados dispares. Canta, como siempre, como los ángeles —esta mujer recitará un día el listín telefónico y seguirá resultando irresistible— pero hasta que Daniel aparece y el tema adquiere matices más ásperos y crudos, esta resulta algo plana y previsible. Además tiene otro problema, y es que a continuación llega Portrait d’un Couple, una de las piezas claves del álbum. Ominosa, mutante, con teclados a lo Stereolab, batería y guitarras aullando mientras Cristina pasa de la sensualidad a transformarse en una especie de PJ Harvey a la francesa y en el espacio —tremendo a partir del segundo minuto—. Temazo.

Seguimos en modo rockero con Sofa, uno de los temas de adelanto de Souvenirs y también uno de los más reconocibles dentro del “sonido Birkins”… pero con refrescantes sorpresas, en especial la apabullante sección de viento que aparece a mediados de la canción, así como los arreglos que elevan su minuto final mientras lo llevan casi a una pista de baile añeja, cercano a la Stax y el sonido Philadelphia.

Radical cambio de tercio con la breve Réve D’hiver, spoken word delicado, ensoñador y arrullado por sonidos que juegan a sumirnos en la melancolía y la quietud sin renunciar a un barniz de extrañeza e inquietud. Y entonces nos encontramos con Souvenirs, que no sólo tiene el honor de dar nombre al disco, sino también ofrecernos, comprimido en apenas cuatro minutos, tanto todas las virtudes que hacen de los Birkins un grupo tan estimable, como nuevos y ambiciosos horizontes explorados por una banda con pasmosa soltura. Inicio acústico en el que Francia y América se dan la mano, coros cinemáticos, batería embistiendo, feedback, sonidos fronterizos, y las dobles voces de Daniel y Cristina poniendo el colofón. En directo tiene que ser increíble.

Tras semejante canción, lo lógico es darnos un respiro, y en términos de ritmo, eso es lo que nos depara Fly Away, Flying High, donde Cristina comparte el protagonismo con los teclados, que alcanzan aquí su máximo apogeo. Parece un tema menor, pero los canarios, en otra característica marca de la casa, saben hacerlo crecer hasta cotas inusitadas, logrando un “efecto bucle” final de lo más atractivo y adictivo.

Decía que Souvenirs es un trabajo de lo más variado. Y por si no lo hubieran demostrado ya a estas alturas, a continuación nos topamos con What If They Come?, folk puro, desenfadado, con guitarras de claro sabor americano y aires añejos, seguida de Parthénope, donde esas mismas guitarras dialogan, igual que las voces masculina-femenina, con una percusión tratada electrónicamente, dotando al tema de una atmósfera singular, una especie de western crepuscular… pero moderno y cálido. La trilogía de la “conquista del oeste”, con ecos a The Band, se cierra con For comfort, encargada de poner un broche final de altura a Souvenirs —a no ser que os hagáis con el vinilo, donde encontraréis el simpático, con aromas de clásico y afrancesadísimo tema Ne Dis Rien— mediante su inmediatamente identificable órgano hammond, su fuerza vocal —siempre Cristina— y el sorprendente ramalazo eléctrico antes de encarar la despedida.

Es el año 2015, The Birkins acaban de sacar su tercer disco y este redactor concluye la reseña diciendo que Souvenirs es una nueva diana, repleta de aciertos y un saber hacer permanente, en una de las carreras de momento más sólidas del panorama nacional. Estos no fallan…