Segundas partes no suelen ser buenas… pero cuando el regreso lo firma el «kamikaze del rock» —Nation of Ulysses, The Make-Up, Chain and the Gang— y activista sociocultural Ian Svenonius y lo publica Blackie Books, uno puede estar bastante tranquilo: valdrá la pena. Te están robando el alma, que cuenta además con la garantía en la traducción al castellano de Lucía Barahona, viene a recoger el testigo, amplificado e hipervitaminado, de Estrategias sobrenaturales para montar un grupo de rock. Subversión, paranoia, revisionismo histórico y ganas de gritarle al potencial lector con un megáfono tamaño XXXL —aunque Ian no necesita ayuda para llamar la atención, si lo habéis visto en directo sabéis de lo que hablo—: «¡despierta de una vez, pedazo de ____!»
Te está robando el alma es como un «grandes éxitos» del ensayo, en la que Svenonius intenta «tocar todos los estilos» en sus 16 capítulos-canciones y, a diferencia de su muy disfrutable y harto recomendable obra anterior, la música es tan sólo uno más de los temas a tratar entre los que se incluyen, ojo: la dominación mundial de Apple-vía-iTunes e Ikea, la tiranía de Wikipedia, el «sometimiento» mundial al twist, seguido de otros factores castradores como la píldora o la depilación púbica, o el infalible método de control de la población que es la adicción al azúcar, por citar algunos… La cohesión es, por tanto, menor que Estrategias… pero existe un claro elemento unificador. Repartir «palos» contra los adalides de la modernidad, señalando algunos de sus males y, en cierto modo, reescribiendo la historia. Cultura pop, prepárate. Svenonius va —a gritos—, A POR TI .
Ciertamente, la obra a veces puede parecer deslavazada, pura excentricidad, o simplemente interesarte menos —en mi caso, los capítulos dedicados a Escuela de jóvenes asesinos y la estética camp— pero los planteamientos de Svenonius son siempre provocativos y con mucha frecuencia, audaces. En numerosas ocasiones, te ves a ti mismo asintiendo como un poseso, como cuando «dispara todo el cargador» y defiende que, tras la iTunización de la música y la Ikeización de los hogares, en realidad lo que hay es la aséptica, confortable, capitalista e inocua nada. La personalidad y la vital inquietud humana aniquiladas por toneladas de playlists sepultados en carpetas randomizables y muebles sin alma disfrazados bajo nombres nórdicos supuestamente cool. ¿Cuándo decidimos que un objetivo esencial en la vida, y en el arte, era su funcionalidad? No recuerdo haber votado eso…
Te están robando el alma no es un agujero negro de pesimismo ni un manual para cascarrabias «pollaviejas». Es una invitación ácida, extravagante, conspiranoica y beligerante a salir de la «burbuja» interminable de series de HBO e indie-rock gentrificado —«hola festivales»—, del llamado cómic underground hecho por y para onanistas —añado que lo mismo puede aplicarse a la literatura, ¿cuánta ficción de corte biográfico has leído en los últimos años?—. Es un «canto», realizado por una especie de James Brown de extrema izquierda en su momento más histriónico —y divertido, no nos engañemos—, contra el ensimismamiento y la homogeneidad represora propia de nuestros tiempos. Un aviso de que la estandarización, la cadena de montaje fordista aplicada hasta las últimas consecuencias a nuestro modo de vida, está cercenándonos como civilización, como colectivo, en definitiva, como seres humanos, acercándonos cada día más a esa horda tan familiar de zombies estupidizados con sus móviles, su permanente acceso Internet y una alimentación debidamente edulcorada —a mi juicio, uno de los capítulos estrella del libro—.
Svenonius no es, ni mucho menos, el primero en apuntar que transitamos inexorablemente hacia la extinción y que la cultura ha sido un acicate fundamental en ese lúgubre destino. Su transformación en ocio omnipresente, inofensivo, profundamente individualista, no sólo sin conciencia de clase sino, para más inri, clasista y, huelga decir, orientando indiscutiblemente a la idea de su efímero consumo. Tampoco en relatar cómo el rock, aparentemente epítome de rebeldía, pronto se tornó en valioso instrumento para el negocio puro y duro —hola «rock corporativo»—, el control social, y en preclaro ejemplo de cómo el capitalismo y los poderes fácticos ponen en marcha su implacable maquinaría de apropiación cultural: tolerar, asimilar, banalizar y, por supuesto, explotar comercialmente el fenómeno hasta que éste no de más de sí —siempre puede reciclarse y volver, ¿verdad?—. De los Beatles a las Pussy Riot pasando por Warhol y el Pop Art, todo es susceptible de ser vendido por Amazon, llevado en una camiseta made in Inditex o acabar colgado en tu pared.
Pero aunque Te están robando el alma no sea precisamente pionero en la mayoría de las tesis expuestas, y pese a que resulte algo desigual, sí que es una de las reflexiones más certeras y alucinadas que servidor haya leído sobre los «tentáculos» del sistema y su poder de sometimiento a las masas mediante la cultura. Y lo es, porque, al mismo tiempo, Svenonius está reivindicando el valor y la responsabilidad de la creación, del arte, que nunca debe perder su vocación de perenne amenaza para el poder —«hola Ley mordaza»— así como de vanguardia en la defensa y transformación de la sociedad. Svenonius tiene razón. Las barricadas del siglo XXI son las bibliotecas…
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