The School, “Wasting Away and Wondering” (Elefant 2015)
Se abre el telón. Escena. Local musical (también conocido como recinto de conciertos para minorías). Barcelona, últimos coletazos del verano. Un redactor de corazón poppie y su jefe. La conversación va así:
Jefe ultra-majo (JUM): —Oye,¿te encargas tú de la crítica del nuevo de The School?”— suelta de improviso mientras apura su colorida bebida.
Humilde redactor (HR): —¡Claro!— tras una sonrisa inicial de oreja a oreja, cambio a una expresión solemne y grave. —Pero ya sabes que con ellos no puedo ser imparcial. Me va a salir una crítica no apta para diabéticos de la cantidad de azúcar que va a tener. Por t!!anto, no sé si soy la persona ind…—
JUM: Estupendo, estupendo—cortando el soliloquio del HR sobre la imparcialidad del periodista. —Pues te encargas tú. Voy a pedir otra—.
HR: ¿Puedo decir que es una maravilla doce veces? ¿Y ya? —insiste con ironía HR, buscando la reacción de su JUM.
JUM: Estupendo, estupendo —apostilla, ya exclusivamente centrado en su opípara copa—.
HR: ¿? —gesto universalmente reconocido con los brazos tipo ¿qué más puedo hacer?.
Fin de la escena. Se cierra el telón.
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