Recuerdo perfectamente cuando compré en Portobello (la tienda de La Coruña que todavía hoy sigue abierta con Jaime al pie del cañón) Our Favourite Shop, de The Style Council, aquel vinilo con carpeta doble con el que comencé mi colección del grupo. Después llegaron The Jam, en un salto hacia atrás, como también hice con Bowie, y algo más tarde los discos ya en solitario de Paul Weller. Es imposible no engancharse a la estética de Weller y a su música, ya sean medios tiempos como Wild Wood, o explosiones de alegría (aunque las letras traten de lo que sea) como Shout to the Top, Walls Come Tumblig Down o Town Called Malice.