París. Noche negra. Otra más. Más atentados. Más horror. Horror que se globaliza –Beirut un día antes, Burundi colapsada, Filipinas en serio conflicto interno, Siria desangrándose un poco más cada día, el etc. es interminable–, recordándonos cruelmente que aquello que sucede en otras latitudes, lejanas hasta que los medios deciden qué nos interesa para luego olvidarlas otra vez, aquello que nuestros despreciables líderes europeos pretenden ignorar, regateando cifras de refugiados de la barbarie –y como la gran escoria que son, fotografiándose meses después junto apenas una docena de ellos, congratulándose por haberlos cobijado–. Que la zona de conflicto es el planeta entero. Que cada vida importa. Hasta que no entendamos eso… los bárbaros, y quiénes se benefician de su existencia, seguirán ganando.