Cold War es una de las mejores películas que he podido ver este año. Nominada a la Palma de oro en Cannes, el nuevo film del polaco Pawel Pawlikowski -tras el éxito de Ida (2013), que ganó un Oscar a la mejor cinta extranjera- tiene todos los elementos de una gran obra. Entra por los ojos, con una magnífica fotografía en blanco y negro -firmada por Lukasz Zal-, y el formato cuadrado le da un empaque de cine clásico. Una estética retro que choca con su moderna estrategia narrativa: Cold War está montada a fuerza de cortes bruscos, que cercenan el planteamiento y el desenlace de las escenas, dejando desnudo el nudo dramático de cada momento y catapultando hacia adelante la historia.