Han Solo compensa su naturaleza de episodio menor en la serie galáctica creada por George Lucas con una sana intención de divertir. Hay que olvidarse entonces de la épica de la saga de los Skywalker, pero también de su gravedad. Creo que esta es la primera secuela de Star Wars (1977) que recupera su tono ligero y aventurero, para siempre representado por la sonrisa de Han Solo a los mandos del Halcón Milenario, acompañado del peludo Chewbacca. Esta precuela/spin-off sorprende por lo libre que es, precisamente por mantenerse al margen de la historia principal de la famosa space opera. Nadie mejor que Lawrence Kasdan -guionista de El imperio contraataca (1980) y de En busca del arca perdida (1981)- (y su hijo Jon) para escribir un texto que clava a los personajes que ya conocemos, bien canalizados por los nuevos actores. Alden Ehrenreich hace lo que puede para convertirse en un canalla socarrón de buen corazón, Donald Glover está gracioso como Lando Calrissian, Jonas Suotamo nos devuelve al mejor Chewbacca. Luego están los personajes específicos de esta historia, con poco margen para su desarrollo, pero bien defendidos por Emilia Clarke, Woody Harrelson, Thandie Newton y Paul Bettany.