Pocos artistas de la generación de Faithfull pueden presumir de seguir publicando discos con el afán de relevancia que se deja notar en cada uno de los trabajos de esta buena mujer en lo que va de siglo.

Lejos de descansar en los laureles de su leyenda y de publicar vagos reflejos de su vieja gloria para recordarnos que sigue activa, Faithfull se ha ido reinventando como dama oscura de la canción, una intérprete intensa y cabaretera que ha llevado su pasión por Brecht y Weil a su propia manera de ser y actuar, y que usa a su favor el venerable tono rasposo de sus maltrechas cuerdas vocales.