El director francés Pascual Laugier parece tener mucho que decir en Ghostland, y se nota. Su nuevo film es barroco -estética y argumentalmente- pero también intenso. Contiene ideas suficientes para varios films, eso sí, todos de terror. La historia propone a tres personajes principales, una madre y sus dos hijas, que se mudan a vivir en una casa, algo aislada, que, en palabras de ellas mismas, parece decorada por Rob Zombie. Efectivamente, la vivienda en cuestión está repleta de antigüedades, de inquietantes muñecas que harían las delicias de James Wan, de espejos, y armarios con fondos secretos. Una casa en la que se escucha constantemente un viejo tocadiscos. Otro dato importante, es que la protagonista, Beth (Crystal Reed), quiere ser escritora y tiene como modelo nada menos que a H.P. Lovecraft.