Durante los últimos seis años, The Gramophone Allstars han estado usando sus habilidades musicales –curtidas sobre todo el jazz- para divertir y hacer bailar al respetable a base de fusionar ritmos jamaicanos con soul, funk y otras esencias de la mejor música negra.

Para su cuarto disco han querido ir más allá, hasta el punto de incrementar considerablemente su formación habitual de octeto y convertirse en una Big Band en toda regla.