Cuando Black Mirror apareció en nuestras vidas -en 2011- lo hizo con un impacto considerable: nos pilló por sorpresa su atrevimiento, su voluntad transgresora y su incómodo retrato de un futuro que se parece demasiado a nuestro presente. Ahora se estrena una muy esperada tercera temporada en Netflix, que mantiene la calidad, pero que pierde frescura. El creador -y guionista de cada capítulo- Charlie Brooker, sigue preocupado por cómo la tecnología, sobre todo las redes sociales, modifican nuestra forma de ver la vida. El que cada episodio cuente una historia diferente de ciencia ficción seria, y la voluntad moralizante convierten a Black Mirror en aspirante a heredera de la más grande de todas las series de antología, The Twilight Zone (1959-1964). El tiempo dirá si merece el título.