Siguiendo la máxima de “si algo no está roto, no lo arregles”, Nathaniel Rateliff y su fenomenal banda de acompañamiento repite prácticamente la fórmula de “rock de raíces y soul profundo” con la que tocaron el cielo en su anterior disco de debut. Tanto aquel trabajo como el que ahora nos ocupa tenía uno de sus mayores baluartes en su sello discográfico, ni más ni menos que el legendario Stax, garantía de confianza y de credenciales souleros auténticos para un artista cuyo pasado tenía más que ver con el country, el folk y el rock and roll. Fue al conformar el núcleo de lo que ahora son los Nightsweats, cuando pudo dar forma a una ambiciosa visión de crear una especie de cruce entre The Band, Van Morrison, Sam Cooke y Otis Redding. Son palabras mayores, pero lo cierto es que su música toca todas las teclas adecuadas como para conmover a cualquiera que tenga referentes como eso en su altar.