Desde hace ya mucho, el cine estadounidense prefiere ocuparse del lado oscuro del sueño americano y de la cultura del éxito. La rivalidad entre las patinadoras Tonya Harding y Nancy Kerrigan, en los años 90, hizo de ellas la villana y la heroína perfectas para las noticias sensacionalistas, alimentadas por un feo y morboso incidente en 1994.