Desde la primera escena, 120 pulsaciones por minuto te compromete a muerte con los activistas de Act Up-París, en su lucha por visibilizar y concienciar sobre el SIDA. Las asambleas de estos luchadores -muchos de ellos seropositivos- son la columna vertebral de la película y su principal logro, al hacernos sentir que formamos parte de ellas.