Tras cuatro ediciones seguidas asistiendo a Sónar, puedo decir sin temor a equivocarme que esta ha sido la más redonda de todas. Un gran porcentaje de las actuaciones superaron el notable, los espacios de día y noche cada vez están mejor adaptados a las necesidades de cada artista aunque el tema de las colas para pedir en barra, especialmente en Sónar noche, es casi insalvable.