Narcos: el placer culpable
Narcos ha basado su éxito en su pretensión de ser una historial real sobre crímenes, violencia y drogas, glorificándolas y evitando la solemnidad. Así, un personaje aborrecible como Pablo Escobar, puede resultar carismático: sus atrocidades han sido vaciadas de peso dramático y por tanto, moral. Una realidad compleja y terrible es retratada de forma superficial y ligera. Ver Narcos no supone esfuerzo porque no hay subtexto. Una voz en off narra absolutamente todo lo que ocurre, en lugar de mostrarlo. El uso de imágenes de archivo de la época -años 80 y 90- no esconde que, en realidad, estas son más interesantes que la ficción. La serie compensa su debilidad dramática con falsa transgresión: en tono descreído nos hablan de corrupción política, empresarial, policial.
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