Hablemos de tiempos políticamente incorrectos. Todavía recuerdo cómo no hace tanto que la sección de música de unos importantes grandes almacenes clasificaba sus discos estableciendo una diferencia entre los artistas masculinos y los femeninos. Tremendo disparate no hay por dónde cogerlo desde la perspectiva y la conciencia adquirida hoy en día, aunque también toca reconocer que hubo un tiempo en que, de manera voluntaria, forzada o autoimpuesta, muchas mujeres creadoras y/o intérpretes se ceñían en su música y en sus formas a determinados cánones fácilmente identificables como “femeninos” para las visiones simplistas de la época.