Brendan Fraser es algo así como el bíblico Noé y Moby Dick, todo en uno, en La ballena de Darren Aronofsky. Toda la acción transcurre en su pequeño y algo claustrofóbico piso ya que el protagonista, Charlie, está aquejado de obesidad mórbida y no puede salir a la calle. Fuera, casi siempre, llueve. Y por la puerta -casi siempre abierta- aparecen personajes que intentan salvar a Charlie -que ingiere alimentos de forma autodestructiva- pero también, que necesitan ser salvados.