La trayectoria de Wolf Alice parece tan sólida y evoluciona a tal velocidad, que la banda apunta inevitablemente y con firmeza hacia la primera línea de la escena británica (y -seguramente- en consecuencia hacia la plana mundial). Y es que con el que todavía es su segundo disco, los londinenses confirman exponencialmente las sensaciones propiciadas hace sólo un par de años por su jugoso debut, “My Love Is Cool” (Dirty Hit, 15), al tiempo de diversificar formas (con acongojante solvencia) con respecto a aquel.