El plano subjetivo que abre Van Gogh, a las puertas de la eternidad es toda una declaración de intenciones: la intención de esta película es meternos dentro de la cabeza de Vincent Van Gogh, con todo lo que eso conlleva. Vemos los colores que él veía y esa realidad, sospechamos, distorsionada que plasmaba en sus cuadros, consiguiendo una fuerza que sus contemporáneos fueron incapaces de apreciar.