Por desgracia, el continente africano no anda sobrado de estrellas de alcance global, por lo que la mayor parte de ellas sienten una comprensible obligación de usar su status para promover labores sociales y educativas que ayuden a concienciar al mundo y/o a los suyos.

En el caso del senegalés Baaba Maal, su actividad como embajador cultural de la ONU -entre otros títulos honoríficos que avalan su presencia ante cualquier foro internaciones de postín- le tenía prácticamente apartado de su carrera musical. Es de agradecer, por tanto, que el ya sexagenario Maal haya obedecido a la llamada de las musas y se haya puesto manos a la obra para entregar un disco cuando ya casi nadie lo esperaba.