Altered Carbon es la penúltima apuesta de Netflix por generar contenido original, un esfuerzo ambicioso que lamentablemente falla. Lo primero que hay que decir es que la serie no esconde sus intenciones de apropiarse de la estética de Blade Runner (Ridley Scott, 1982) -un poco como Mute (Duncan Jones, 2018)- o de su reciente secuela Blade Runner 2049 (2017). Aquí nos encontramos con una ambientación futurista impresionante, que estéticamente remite a la cinta de Scott: la ciudad distópica es la misma, con sus bajos fondos de cine negro, policías desencantados, prostíbulos y hoteles de mala muerte enfrentados a rascacielos luminosos y aislados.