¿Cuántos directores actuales despiertan pasiones -y odios- como Christopher Nolan? El británico es de los pocos realizadores cuyas películas son eventos mundiales, capaces de conseguir eso que parece tan difícil de lograr hoy en día: que los espectadores asistan a una sala de cine. Nolan es algo así como el Stanley Kubrick de los millennials y, curiosamente, la obra del director de 2001: Una odisea del espacio (2001) es la gran sombra en la filmografía del realizador de Interstellar. Una cosa es cierta: Nolan tiene, como Kubrick, la capacidad de asumir proyectos enormes, que expresan una visión personal, pero que son al mismo tiempo grandes películas de estudio taquilleras -Nolan trabaja, por cierto, para el mismo estudio para el que Kubrick hizo sus grandes obras, Warner Bros.-.