Cada uno elige su camino y el ritmo al que lo recorre. Lo que sorprende de Fábel es cómo logra disfrutar de cada paso, de cada nuevo territorio, y resolver las encrucijadas del destino con pulso firme. Con Sinestesia , que salió a principios de año, dibujó paisajes sonoros tan sutiles como bellos a través de ocho canciones. Su concepto de electrónica es tan personal que cuesta buscar paralelismos con otros artistas nacionales, pero eso fue precisamente lo que desde un comienzo le distinguió.

Cuando conocí a Fábel allá por 2004 me encontré con un tipo absolutamente distinto a todo lo que había descubierto en la escena nacional hasta la fecha. Sus sesiones eran un derroche de buen gusto, eclecticismo y personalidad que intentaban educar los tímpanos del público levantino, tarea más que complicada.
Gaditano de nacimiento, barcelonés de adopción y ahora londinense, esta última suele ser territorio hostil para lograr un hueco en ella, pero quizás dispone del perfecto entorno sonoro para que un productor beba de sus variadas influencias. Y Fábel lo ha logrado creando un álbum llamado Sinestesia, que salió en vinilo bajo el label Haunt Music el 19 de enero. El capo del sello ( y también del contrastado Cynosure ) es Mike Shannon, uno de los canadienses más en forma en lo que va de milenio.