Creo firmemente que la ficción es la principal válvula de escape ante el peso de la existencia. No solo usamos la literatura, el cine o las series de televisión para consolarnos, también tenemos la tendencia a hacer ficción de la política, del fútbol, de la historia pasada o de las vidas de los famosos. Necesitamos buenos y malos protagonizando conflictos manejables sobre los que tener una postura clara. Esta tendencia a simplificar realidades complejas lleva incluso a no distinguir la frontera entre la realidad y la ficción.