Alguien debe haber pensado que mezclar los argumentos de E.T., el extraterrestre (1982) con Regreso al futuro (1985) y Terminator (1984), añadiendo los elementos más molones de Star Wars (1977) daría como resultado algo así como la película adolescente de aventura y fantasía perfecta. Y algo de razón parecen tener los autores detrás de El proyecto Adam, estrenada en Netflix, porque el resultado, un monstruo de Frankenstein de lo ochentero, es resultón y entretenido. La clave es haber dotado de alma al producto, dándole prioridad a los personajes, a las relaciones entre ellos y a sus emociones.