De vuelta a mi querida Dunedin, Nueva Zelanda, para presentaros a uno de los últimos y más sugerentes fichajes del siempre recomendable sello Fishrider Records. Inspirados por un grabado del célebre artista noruego Edvard Munch del que se apropiaron el nombre, la cantante y bajista Lucinda King regresó a Nueva Zelanda vía Berlín en 2012 para embarcarse en un proyecto musical junto a Danny Brady en las tareas de programaciones y sintetizadores. Parece que en un principio el sonido del dúo estaba en la línea de los afamados Chromatics pero —afortunadamente— dejaron a un lado el italo-disco para introducirse en un mundo mucho más oscuro, diverso, ominoso y amenazador, convirtiéndose de paso en un trío al añadir a la guitarrista y batería Hope Robertson al grupo.