El argumento de Ahora sí, antes no es muy sencillo: un director de cine conoce a una joven pintora y se enamora de ella. El chico-conoce-chica habitual. Solo que al final de la historia aparece de nuevo el título de la película y todo comienza otra vez. Como si volviéramos a entrar en la sala a ver la misma película, pero en una dimensión paralela. Probablemente no es habitual analizar un film de autor utilizando como referencia el cine de género, pero me ha llamado la atención la forma en la que el director surcoreano, Hong Sang-soo, propone contar lo mismo dos veces -con pequeñas variaciones- sin utilizar ninguna coartada. Esto me hizo pensar en los mundos paralelos de la serie de ciencia ficción, Fringe (2008), que nos mostraba una tierra alternativa en la que las Torres Gemelas seguían en pie. No estoy diciendo que Hong Sang-soo haya visto dicha serie, pero sí que hay algo en el espíritu de nuestro tiempo -el Zeitgest- que hace que autores y espectadores estén interesados en historias que se multiplican y se reflejan en infinitas posibilidades antes que en el relato lineal, cerrado y circular clásico.