Hay grupos que desde el primer momento se les ve que están hechos de una pasta diferente. Son bandas que necesitan muy poco para conectar con el público y, de la noche a la mañana, están en boca de todo el mundo. Ese es el caso de El Último Vecino, el proyecto de un chico de Barcelona llamado Gerard Alegre Dòria, que con su álbum de debut está recibiendo un mar de elogios. No es para menos: desde una discográfica pequeña como Domestica, y con ediciones limitadas en casete o vinilo, ha conseguido un gran número de seguidores.