En la vastísima categoría de festivales de verano, no es ninguna transgresión afirmar que en España nos estamos quedando un poco atrás, no tanto en cuanto a composición de cartel pero sí en cuanto a programación, entendiendo esto como la oferta de actividades satélite que añadan atractivo al evento. Y con esto no quiero decir que sea necesario incorporar teatrillos de medio pelo o pasarelas de moda del tres al cuarto. Hablo de guerras de globos de agua, pinturas, atracciones y fiestas secretas in situ, actuaciones en barcos,… En definitiva,  una revisión al concepto de festival más enquilosado que, una vez más, tiene a los ingleses haciéndonos la peineta a kilómetros de distancia.