Algunas obras literarias te dejan mal cuerpo. Una sensación inquietante, amenazadora, un poso sombrío y turbador. Cierras el libro y en un primer momento suspiras aliviado de que lo hayas terminado. Pero la historia sigue ahí, llamando a la imaginaria puerta de tu cabeza. Demandando respuestas a preguntas que no puedes resolver. Lo que dijo Harriet, que nos trae la siempre exquisita editorial Impedimenta, es un inmejorable ejemplo de ese tipo de obra.