Siempre he pensado que hay una fina línea entre el biopic y la parodia. Entre tomarse muy en serio la vida de un personaje histórico en una pantalla de cine y ver a un tío con peluca imitando a un ídolo del pasado. En Bohemian Rhapsody me resulta complicado decidir si estoy viendo una cosa u otra. Rami Malek parece sobreactuado en los primeros compases del film, con sus -falsos- dientes salidos y esos ojos saltones, pero, para cuando acaba todo, llegas a ver a Freddie Mercury sobre los escenarios recreados en los que tocó Queen. Más que ante una obra cinematográfica, estamos ante el espectáculo de la mejor banda tributo posible: tanto el vocalista como el resto de componentes del grupo –Gwilym Lee, Ben Hardy y Joseph Mazzello (¡el niño de Parque Jurásico!)- están perfectos.