Las películas de la estupenda obra de Mamoru Hosoda suelen plantear historias en las que el protagonista descubre otro mundo de fantasía y magia, que funciona con sus propias reglas y que permite al héroe un crecimiento personal y espiritual. En Belle se cumple esta regla, solo que ese otro mundo al que accede la heroína, la tímida Suzu, no es un reino mágico habitado por seres mitológicos -que, en el fondo, también lo es- sino una realidad virtual a la que se accede a través de Internet.