Mis compañeros de trabajo se ríen de mí cuando les hablo de las bondades de una película tan recomendable y reivindicable como La Lego película (2014), una divertidísima versión lúdica de Matrix (1999) que hace una profunda reflexión sobre el espíritu de los bloques de construcción con los que hemos crecido y por lo tanto sobre la infancia y la vida misma. En ella, uno de los puntazos es sin duda la aparición de Batman, o al menos de su versión Lego, en el mejor uso del copyright -¡Batman llega a subirse al Halcón Milenario de Han Solo!- desde ¿Quién engañó a Roger Rabbit? (1988). Este Batman no es exactamente el mismo de los videojuegos, que dieron pie a cortos animados y películas directas a vídeo, sino una parodia del caballero oscuro de la trilogía de Christopher Nolan. La popularidad del personaje ha llevado a producir este spin off, una película entera para su lucimiento.