Lamentablemente, no creo que Moonlight (2016) sea recordada más que por haber sido la película que le ‘robó’ el Oscar a La La Land (2016), film que tiene unas características -estrellas, temas musicales- que le aseguran una mayor permanencia en la memoria cinéfila de los espectadores. Pero esto no quiere decir que la película de Barry Jenkins no sea una obra magnífica. Es solo que, en esa estúpida categoría mental de ‘mejor película’, parece que solo pueden estar films ‘grandes’. Moonlight y ahora El blues de Beale Street son cintas ‘pequeñas’, que no menores.