Que Swedish Death Candy saber tocar (muy bien) sus instrumentos es un hecho. Y queda claro que en su segundo disco han querido hacer el mejor uso de esa habilidad y de su reputación ganada a pulso en el circuito del directo (donde podían mirar de tú a tú a cualquier banda de altura con las que les tocaba compartir cartel): Ahora, para dar ese golpe de poderío, los londinenses han renunciado en parte al encanto psicodélico que caracterizaba su debut para centrarse en un contundente, hiper-preciso hard rock de melodías serpenteantes que remite directamente a formaciones como Royal Blood y (sobre todo) Queens of The Stone Age.

Tanto es el parecido, que varios de los temas del primer tramo del este trabajo podrían colarse en cualquier entrega de los de Josh Homme sin que muchos se dieran cuenta. Si acaso, a Swedish Death Candy les distingue una cierta tendencia hacia lo progresivo y la ya mencionada querencia por la psicodelia entendida desde la perspectiva Beatle. Estos elementos se despliegan de manera más notable en la segunda mitad del disco, para respiro de los viejos fans y, sobre todo, para justificar la existencia de la banda en un mundo en el que los QOTSA siguen vivos y coleando.

Que no se me entienda mal, el disco es un disfrute para cualquier aficionado a la combinación de sonidos antes enumerados, y tanto la intuición melódica de la banda como la impoluta producción ponen todo a favor para dejarles entrar en el cada vez más reducido mundo de las bandas rockeras mainstream (un mundo en el que Foo Fighters siguen llenando pabellones, para lo cual el estribillo absolutamente «davegrohliano» de Always siempre puede ayudar).

Además, como decíamos, después de asegurarse de incrementar su repertorio con temas que pongan a botar a las masas (Modern Child  es inapelable, en ese sentido), se dedican a abrir el tarro de las esencias con desarrollos mucho más inesperados y complejos, coronados con los ocho minutos de montaña rusa de Journey to the 13th Floor, en la que desde el mismo título se puede adivinar su amor por los 13th Floor Elevators y demás arquitectos de la psicodelia.