Una campanita nos avisa de que empieza la visita. Estamos a punto de conocer un nuevo piso de cuatro habitaciones comunicadas por un sombrío pasillo que se irá alumbrando cada vez que entremos en alguna de sus dependencias. En cada una de ellas, listas para el espectáculo, vamos a convivir en grupos reducidos con varios actores. Compartiremos superpoderes. Los que ellos proyectan a través de sus ojos, sus manos y sus palabras. Y los que emanan de nuestra curiosidad, atrevimiento y sensibilidad. Creando quince minutos únicos unos y otros en los que construiremos un episodio escénico.

En esta ocasión, y durante el mes de junio, si nos decidimos por recorrer todas las instalaciones, cuatro fogonazos de teatro mínimo para ser crecientes inquilinos.

En la primera estancia, la sala de estar de “Singles.com”, donde Àngel Amazares, director y dramaturgo, nos sacude con una inquietante cita de superhéroes emocionales dispuestos a librar una batalla despiadada. Ella puede adivinar la potencia de cada entrepierna de los asistentes; él deberá exterminar su furor anticipatorio en caso de no querer convertirse en una de sus víctimas. Entre el estupor general, la voz de uno de nosotros que ha llegado para equilibrar fuerzas. Nuestro desconcierto inicial va siendo abducido por la carcajada creciente que provoca tan imprevisible duelo.

La habitación número dos es el despacho, aquel al que acompañamos a un encargado de recursos humanos mientras espera la comparecencia de un aspirante a reponedor de fruta de un super(polivalente prefijo)mercado. “En busca del curro perdido”, preparada por Daniel Benito y apuntalada por Lolo Herrero, será una deliciosa muestra de sketch delirante, descacharrante y disparatado que convoca en un cubículo de escasos metros cuadrados a un spiderman que no sabe cómo trepar y a un Robin-Niño Maravilla que se consuela del abandono de batman humillando a los que le rodean con su superioridad genital. Un cuarto de hora de ritmo enloquecido propulsado por dos actores, Benja Toledo y Joan Bentallé, en estado de gracia, chispeantes y mágicos. Y nosotros dejamos de hacer cola para aplaudir su excepcional cuerpo a cuerpo.

Llegó el momento de inspeccionar el dormitorio, la tercera dependencia. Seremos “¡Extrasensorial!”(es) en complicidad con sus moradores, dos enajenados amantes barnizados de naranja agridulce por Javier López aportando la pulpa desde la dramaturgia y Coke Viaga exprimiéndola de forma provocativa para servirla en pequeños cuencos a los espectadores que la beberán desde su comprometedora posición de voyeurs de persiana a juego con el color de la piel de tan extraño manjar escénico.

No nos detenemos hasta conocer la cuarta cámara, aquella que supondrá la terraza por cuanto la anécdota que aquí vamos a vivir nos viene del exterior. Una vez instalados y aterrorizados (nos recibe dentro Òscar Muñoz a ritmo de cuchillazo sobre carne que debe ser despedazada en un mostrador), de la puerta de emergencia que comunica agresivamente con la vida del Raval barcelonés emerge una exquisitamente ambigua Estel Solé para dar sentido a “La carnisseria”, sugerente historia alucinada de Marta Solé Bonay desplegada con habilidad por Jumon Erra para dar forma con nuestra ayuda a una atmósfera enrarecida de criatura maloliente y vehemente en su empeño por ser despojada del corazón y así poder volver a su planeta de procedencia.

Sin tener que pagar fianza. Sin más gastos de mantenimiento que una entrada de 4 euros por pieza. Esto es Miniteatres. Y estos somos nosotros: criaturas errantes que gustamos de llamar de puerta en puerta en la calle Robador barcelonesa.

Sala Miniteatres
c/ Robador, 22
H
orarios: miércoles, jueves y domingo de 20:00 a 22:30 horas; viernes y sábado de 21:00 a 23:30 horas.