8.0
Score

Final Verdict

En “Thunder”,Stephan Micus reimagina los límites de los sonidos improvisados del cualquier confín del mundo, cuya característica argumental es estar dedicado a los diferentes dioses del trueno, reverenciados en diversas culturas.

Stephan Micus (1953) es un músico alemán, que atendiendo a su extensa y ecuménica obra se le podría calificar de único, pues en él reside el espíritu de la world music. Colecciona y estudia instrumentos de todo el mundo y crea sus propios viajes musicales con ellos. El 25º disco en solitario para ECM, incluye nueve temas originales, bajo la premisa de incluir acústicas que provienen de Asia, Europa, África y América del Sur. En Thunder,Stephan Micus reimagina los límites de los sonidos improvisados del cualquier confín del mundo, cuya característica argumental es estar dedicado a los diferentes dioses del trueno, reverenciados en diversas culturas.

Ese mundo sonoro está dominado por la trompeta dung chen, empleada en las ceremonias monásticas tibetanas, que mide cuatro metros de largo. Micus la utiliza por primera vez, en la composición de apertura, “A Song for Thor”. La particular sonoridad del instrumento influye en el desarrollo musical, basado en reverberaciones de percusión, zumbidos graves de cítara baja, y, en un registro más alto, la trompeta. Como cierre, “A Song for Perun”, dedicada a la deidad eslava del trueno, marca el regreso del mencionado instrumento de viento. La pieza se inicia en silencio para devenir en fanfarria, cosa que supone un relajante tránsito emocional e imaginativo que conduce a un cielo despejado tras el paso de la tormenta. En el centro, pivota “A Song for Vajrapani”, cuyo misticismo encierra un halo de misterio.

Las intensas excursiones musicales del compositor y multiinstrumentista no impiden que trabaje las melodías. “A Song for Zeus” fluye con un suave impulso de percusión, convirtiéndose en una de las pistas más interesantes y convincentes del álbum. Micus no se olvida de los pasajes vocales. Tanto en “A Song For Shango”, como en “A Song for Ishkur” se incorporan capas de voz; ocho y tres, respectivamente.

A pesar de un título tan sonoro, el álbum no contiene sonido alguno tan rotundo como un trueno, como tampoco es jazz. La elasticidad del género todavía no da para tanto. “Thunder” es un relato seguramente intransferible de músicas del mundo, proyectadas y recreadas por un europeo, un músico viajero, preso de curiosidad. Más allá de las dotes como musicólogo del compositor alemán y de su capacidad de observación y del tesón demostrado para estudiar tonalidades de los que se suele tener una visión estereotipada, distintas voces consideran que Micus se instala en la dirección equivocada. La formulación de la queja crea debate, pues sus opositores consideran que la búsqueda de novedad y autenticidad en instrumentos no occidentales parecía válida en la década de 1970, pero en la actualidad sugiere apropiación indebida y clichés. Por el contrario, otros encuentran en esta inusitada producción la evocación sin hacer mención a un tiempo o espacio en particular.

No parece que las discrepancias expuestas vayan a desviar los nuevos proyectos de Stephan Micus. De momento, el álbum, más allá de la controversia, pone en evidencia a los meros especuladores de sonoridades, que venden exotismo que solo contiene humo, y acerca realidades milenarias y diversas, no tan alejadas como se cree, a públicos interesados en otras culturas, sonidos y ritmos de vida.

Por último, indicar que la carátula del disco es una obra de su padre, el artista abstracto Eduard Micus (1925-2000), que se encuentra en el fondo general del Museu d’Art Contemporani d’Eivissa. El pintor frecuentó y residió en la isla desde los años setenta, donde falleció casi cincuenta años después.