Efeméride pop indiscutible, en este 2014 se cumplen 30 años de la publicación del primer disco de The Smiths y la editorial Errata Naturae aprovecha la fecha para publicar The Smiths. Música, política y deseo, un homenaje en forma de libro en las antípodas de la típica obra hagiográfica o celebratoria que uno podría esperar. De hecho, ya en el prólogo-primer texto de esta colección de ensayos, teorías y recuerdos escritos en voz alto, a cargo de Fruela Fernández, coordinador del volumen, se nos dice sin ambages que “este libro no surge, de una voluntad conmemorativa, sino de una afinidad conflictiva”.

El ensayo musical, en mi opinión, es uno de los subgéneros más peliagudos de afrontar, disfrutar y valorar. ¿Es solo una forma de predicar para los ya creyentes? ¿Una manera de mitigar la obsesión de un fan con incontinencia literaria? ¿O un intento de dar una vuelta de tuerca a uno de los grupos que más páginas —si incluímos la carrera de Morrissey en solitario sin ninguna duda— ha ocupado en las últimas tres décadas? ¿Queda algo más que decir sobre The Smiths y Mozzer, más aún tras la publicación de su comentadísima Autobiografía? Sorprendentemente, la respuesta es sí.

Dividido en tres bloques, el primero de ellos, Contextos, intenta situarnos en un “mapa de coordenadas” desde el que se propone un triple análisis de la mítica banda. Wendy Fonarow analiza su papel como “padres fundadores” del indie, desde un prisma actitudinal, estético y también religioso —puritanismo, protestantismo— frente a la anarquía punk, la nostalgia frente al nihilismo como reacción al capitalismo. A continuación, Alex Niven nos habla de The Smiths versus el Reino Unido de Thatcher, tan opuestos como necesarios el uno para el otro. Y finalmente, el conocido periodista Jon Savage realiza la primera —habrá más— incursión en la contradictoria —por decirlo suave— figura de Morrissey: ¿idealista? ¿nacionalista trasnochado? ¿impenitente romántico? ¿amargado? ¿divo insoportable? ¿recluso de su propio ego?. Los textos de Niven y Savage son especialmente destacables, planteándonos más preguntas que respuestas. ¿Creías que sabías mucho sobre The Smiths? Lee y piénsalo otra vez…

En cambio, la segunda sección, titulada Tensiones, es mucho más desigual, tanto en su diversidad de enfoques, como en el alcance de sus ensayos. Por un lado tenemos los brillantes textos de Alberto Santamaría y Nadine Hubbs, uno acerca del nihilismo inherente a los textos, opiniones y planteamientos éticos del grupo; el otro sobre la singular, imposible de etiquetar, sexualidad en las letras de Morrissey, ese ambiguo y esquivo “cuarto género”. Pero por el contrario, también nos encontramos con los artículos del mencionado Fernández y, sobre todo, de Nabeel Zaberi, quiénes pretenden hacer ensayo de experiencias absolutamente personales. ¿Lecturas interesantes? Puede. Pero difícilmente extrapolables más allá de sus propias opiniones y circunstancias.

Por último tenemos Formaciones, el último de los bloques, que es un variopinto y más ligero —lo que se agradece enormemente tras tanto sesudo ensayo— cajón desastre. Merecen una mención destacada el fragmento de la novela Meat is Murder del gran Joe PerniceThe Pernice Brothers, The New Mendicants—, que desde aquí públicamente pido que se traduzca ya al castellano, y otro grande, Nacho Vegas, que desplaza el foco de atención de la banda británica, así como de su propio anecdotario personal para reivindicar, con cabeza y corazón, los fanzines y en general, una época pretérita en que parecía que el amor a la música, y el sentido del humor, no era ni pose ni cinismo.

Me he dejado para el final la aportación al libro del periodista Víctor Lenore. Bajo el título The Smiths y España: un amor incondicional’, reúne hasta veinte reveladores testimonios sobre el fenómeno y alcance de la banda en nuestro país. Introducidos en en España por la movida en su enfermiza y hueca búsqueda de lo cool, aunque ni estética ni sónicamente —guitarras jangle en época de adoración del sintetizador—. Absorbidos por un puñado de amantes de la música de verdad, pero también de la melancolía, del romanticismo, con inquietudes político-sociales, pero al mismo tiempo rechazados por otros debido a factores que poco tienen que ver con la música —Spain is different—, como el idioma y la ubicuidad de Morrissey, desde su veganismo a su ambigua sexualidad. Y así hasta la caída del mito, que una vez en solitario va mostrando su faceta cada vez más veleidosa y endiosada, y para ahorrar subterfugios, directamente estúpida —enorme el lapidario comentario del indispensable Paul Heaton—. Fascinante y diáfano artículo.

En definitiva, The Smiths. Música, política y deseo es un libro complejo, probablemente demasiado enrevesado o “elevado” en algunos de sus textos —la música no puede ser altiva o pretenciosa, tampoco sus intentos de ser explicada— pero al mismo tiempo estimulante y poliédrico, con una variedad de enfoques y discursos tal que a buen seguro cada lector encontrará su lectura de referencia. O su gran excusa para escuchar, de nuevo o por primera vez, ese disco o esa canción. A fin de cuentas, esa es la verdadera luz que nunca se apagará con The Smiths.