Seguro que estabais esperando nuestro ya tradicional «Especial Sant Jordi». Tranquilos, ¿cómo íbamos a dejaros sin nuestras propuestas para el Día del Libro? Aquí tenéis una docena de diversas sugerencias —música, cómic, literatura…— para motivar vuestras próximas lecturas y/o regalos. ¡A leer tocan!
MÚSICA
Born To Run, Bruce Springsteen (De Bolsillo, 2018)
Arrancamos estas recomendaciones de Sant Jordi nada menos que con el Boss, en una autobiografía que se nos escapó el año pasado pero que, aprovechando su publicación en formato bolsillo, recuperamos ahora. Casi tan extensas —uno ya supone que a Springsteen no se le edita, pero cierta «poda» no le hubiese ido mal— como sus míticos conciertos y algo reiterativas en determinados momentos, las esperadas memorias del icono norteamericano ganan al lector por su honestidad. Esa que le impulsa a retratar una infancia y adolescencia de pobreza y duro entorno familiar y social en Freehold, Nueva Jersey. Esa que le lleva a admitir que ha lidiado —y lidia— con la depresión, enfermedad que va en los genes, herencia de su padre Douglas, uno de los «actores secundarios» fundamentales de Born to run, cuya compleja relación marcará la trayectoria vital del rockero. Esa que deja entrever que tras la intachable imagen de working class hero existe una extraordinaria ambición, un ego nada desdeñable y un freak control rayano en la tiranía, ya sea con la E Street Band, cuando se trata de grabar el siguiente disco —cada sesión es una tortura china— o a la hora de decidir el siguiente paso de una carrera mucho más premeditada de lo imaginado —Springsteen se revela como un estudioso del rock, demasiado cerebral para sucumbir a su lado más hedonista—. Esa que muestra su ambivalencia entre el innegable deseo de alcanzar el éxito masivo frente a su tendencia al aislamiento y la reclusión, que solo romperán Patti Scialfa y sus hijos. Y también esa honestidad que, en definitiva, suena a verdad incontestable, «aderezada» con magia ocasional en esa prosa arrebatada, cuando habla, generoso, de sus héroes y allegados.
La historia del Heavy Metal, Andrew O’Neill (Blackie Books, 2018)
¿Qué fue antes, el huevo, la gallina o la guitarra de doble mástil? Si Black Sabbath, Judas Priest y Motörhead son la «Santísima Trinidad del heavy», ¿quién es la «Virgen María», Lars Ulrich? —«¡SIÉNTATE LARS!»— ¿Fue el nu-metal la última y más terrorífica de las «plagas bíblicas» o todavía podría haber algo peor —¿os imagináis el reggaeton-metal—? Estas y otras fundamentales preguntas para la humanidad no son contestadas en La historia del Heavy Metal del humorista, escritor y músico británico Andrew O’Neill, pero menudo rato más divertido nos hace pasar con su revisión, jocosa pero en profundidad, de los orígenes y evolución del género metalero. De los proto heavies —nombres como Cream, Hendrix o Led Zeppelin, los «tatarabuelos» hard rock del movimiento— hasta la pelín ridícula «sopa de subestilos» actual —metalcore, groove metal, war metal, post-metal, rap metal… aunque mejor no criticamos, porque los indies también tenemos experiencia en eso de las etiquetas absurdas—, pasando por la NWOBHM, el black, el trash, o el death metal, O’Neill se adentra con gracia y una ingente cantidad de hilarantes notas al pie —de verdad, una «mina»—, a repasar la cronología, transformaciones, subgéneros surgidos y hundidos, así como las características esenciales, definitorias, de los sonidos más contundentes de cada época. Ingeniosa «sabiduría melenuda» y puyas sobre la escena para tronchar de risa a cualquier headbanger para una lectura recomendadísima, seas metalero o no.
LITERATURA
La muerte de Bunny Munro, Nick Cave (Malpaso, 2018)
¿Qué mejor propuesta para hacer la transición de la música a la literatura en este Especial Sant Jordi que con la recuperación de la segunda novela de Nick Cave? Mucho más ligera que su farragoso debut literario Y el asno vio al ángel, La muerte de Bunny Munro es un malicioso divertimento que hará las delicias de los devotos del característico mundo turbulento, violento y vengativo del artista australiano. Porque este relato, «gestado» en una gira con los Bad Seeds a partir de un guión para el director John Hillcoat que se quedó en el tintero, es «puro Nick Cave». Frenético, cáustico y perverso, este descenso a los infiernos de un vendedor de cosméticos a domicilio sin escrúpulos, misógino y obsesionado con el sexo —pobres Avril Lavigne y Kylie Minogue—, enfrascado en un viaje desquiciado y de fatal desenlace —desvelado en su primer párrafo— junto a su hijo de nueve años —el único resquicio de cordura y… ¿esperanza?— tras el suicidio de su esposa, se lee con urgencia y morbosa atracción. La huída tragicómica, sin posibilidad de redención, de una verdadera «semilla negra».
Coche, Harry Crews (Dirty Works, 2018)
Amigos y amigas lectores, el «rey Dirty» está de vuelta. Tenemos otro Harry Crews en la oficina. Y, por si alguien lo dudaba, continúa en plena, grotesca, forma. En la sucinta, jocosa y rebosante de «mala leche» Coche, el de Georgia transforma una astracanada monumental en un retrato delirante y perturbadoramente extraño sobre el último «Espectáculo Americano». El joven Herman, uno de los tres hijos de Easy Mack, dueño de Auto-Town, el mayor desguace de automóviles en el estado de Florida, ha decidido COMERSE un hermoso Ford Maverick rojo del 71, convirtiéndose en una inconcebible atracción de feria —en dos sesiones diarias, una para ingerir los doscientos cinquenta gramos de vehículo diarios y otra para «evacuarlos»—, con la ayuda de un ávido propietario de hotel —vamos, lo que hoy sería un emprendedor de pro— en Jacksonville. Circo humano, vil dinero, fama efímera y los cambios que estos provocan en su familia, junto al sexo entre accidentes mortales y una superlativa obsesión por las cuatro ruedas, que domina las vidas de los personajes hasta el punto de resultar una poderosa metáfora del poder de las adicciones —¿Herman se está zampando el coche o el coche los está consumiendo a todos?—, para una novela muy breve que, nunca mejor dicho, se «devora». Eso sí, cuidado con la digestión…
Lucky Jim, Kingsley Amis (Impedimenta, 2018)
Tras disfrutar sus Cuentos Completos, hoy traemos la primera novela del ínclito Kingsley Amis, una historia de campus universitario —una facultad de segunda con aires de grandeza— pasada por el inconfundible filtro mordaz del autor británico. Ahí conocemos a Jim Dixon, profesor agregado de Historia Medieval que trata de sobrevivir en el mundo académico de la Inglaterra de principios de los 50s. Desesperado por superar su primer año como profesor —con sus sueldos equivalentes a 5€/hora y su familiar precariedad incluidas—, Jim trata por todos los medios de caer en gracia a Ned Welch, aborrecible e inepto director de su Departamento, además de conseguir publicar algún artículo en revistas de renombre —en la jerga actual, con impact factor elevado—, mientras trata de «mantenerse a flote» en las rígidas estructuras sociales y afectivas que le encorsetan —no en vano, las dos mujeres con las que intimará reflejan las dos épocas contrapuestas en el libro, las rancias estructuras clasistas victorianas frente a una sociedad más joven que trata de sobresalir— sin perder el hígado y la cordura por el camino. Lúcida, ácida e irónica a partes iguales, con Lucky Jim, Amis logró radiografiar y, de paso, sacar de quicio, a la clase pudiente de una sociedad en decadencia. Lástima que, sesenta años después, sigamos asfixiados por el «mismo corsé».
Las posesiones, Llucia Ramis (Libros del Asteroide, 2018)
Nuestra sugerencia nacional para este Sant Jordi llega a caballo entre Mallorca y Barcelona, en forma de una novela breve pero sorprendentemente fértil en ideas, que logra espolear al lector con su ligero regusto de suspense, de puzzle por resolver, mientras Llucia Ramis le bombardea con un sinfín de reflexiones sobre valores, familia, memoria y obsesiones, tan pegada al presente como varada en el pasado. Por Las posesiones desfila la corrupción del PP —la trama Vasconcelos es un acerado y dramático retrato de toda una época que aún estamos pagando—; la especulación inmobiliaria; la quijotesca cruzada de un padre —extraordinaria creación— a un paso de la depresión, tan obcecado en su misión justiciera que pone en serio peligro la estabilidad familiar de nuestra protagonista; el desastre económico; la incertidumbre de una generación —además, con el periodismo como profesión central, multiplicando desasosiego y crisis por mil— jodida ante unas expectativas irrealizables y un peterpanismo incurable una vez se abandona el confort de la infancia y los padres y «no se tiene adonde volver». Y las múltiples piezas, los diversos hilos narrativos encajan, haciendo de esta novela un poderoso artefacto literario de efecto prolongado.
Nadie es más de aquí que tú, Miranda July (Literatura Random House, 2018)
Artista en prácticamente todas las categorías y acepciones a las que se pueda vincular la palabra, la directora —no perderse Tú, yo y todos los demás—, actriz, bloguera, performer y música Miranda July debutó en la literatura con estos quince relatos que, como era de esperar, no dejan indiferentes. Publicadas originalmente en 2007, sus historias son narraciones arriesgadas, con frecuencia desconcertantes e incluso retorcidas, miradas turbadoras a la cotidianidad en las que la soledad, la incomprensión y la tristeza apenas pueden camuflarse en la extravagancia o la comicidad. Vidas soterradas, descolocadas, caóticas, que afrontan, entre la congoja, la duda y el impulso incoherente, el inminente cataclismo —que con frecuencia nunca llega o no era lo que parecía ser—. Puede que a muchos les parezca que a la autora de Vermont a veces se le «va la mano» en ese frágil equilibrio entre el absurdo y la angustia existencial, o que el «tufillo indie» quizás eche a alguno para atrás, pero además de piezas brillantes como «El patio común» o «El equipo de natación», el lector hallará aquí hay una voz diferente y, a menudo, fascinante.
Visión binocular, Edith Pearlman (Anagrama, 2018)
Si, por el contrario, preferís a una narradora de relatos más clásica para este Sant Jordi, una recomendación infalible es sin duda la señora Pearlman, descubierta para el gran público en la vejez —actualmente una jovial octogenaria que no comenzó a ser publicada hasta los sesenta, nunca es tarde…— y saludada como la nueva Lucia Berlin, aunque eso refleja más un ferviente deseo editorial que una comparación acertada respecto a las dos brillantes cuentistas. Porque en esta celebrada antología de sus mejores historias, el lector se encontrará con una minuciosa «orfebre» de la palabra, no al servicio de deslumbrar con su técnica, sino de dar con la expresión perfecta, la frase certera o la escena diáfana en la que los personajes, siempre sutilmente y sin florituras, se nos revelan en su complejas comezones internas marcadas por las situaciones de extrañamiento e incomunicación. Capaz de sacrificar cualquier atisbo de estilo en aras de la hondura, en estas treinta y cuatro piezas Pearlman nos habla de la diáspora judía tras el Holocausto, nos lleva a Centroamérica y Europa, o nos sitúa en su imaginario suburbio de Boston, Godolphin. Pero, en realidad, siempre nos está dirigiendo al mismo lugar, al insalvable, mayormente doméstico, desgarro emocional de los seres humanos en sus cuitas cotidianas. El hallazgo tardío de una maestra de la distancia corta…
CÓMIC
Orgullo y satisfacción: grandes éxitos, VV.AA. (¡Caramba!, 2017)
Y de la literatura pasamos al cómic rescatando, o mejor dicho, vindicando en estos tiempos funestos para la libertad de expresión —a no ser, claro, que seas de un grupo de extrema derecha o el portavoz del partido azul o naranja, entonces tienes «barra libre»— la suculenta antología que la revista satírica digital publicó en formato físico antes de que acabase el 2017. Punto y final a los tres años de osada andadura desde que en 2014, un grupo de autores del icónico semanario El Jueves dimitiera a raíz del conocido episodio de censura de la portada sobre la abdicación de Juan Carlos I, en esta generosa selección —trescientas páginas— disfrutamos de los mejores momentos de los 41 números de la revista, en un volumen convertido en sumario de algunos de los acontecimientos político-sociales que han marcado estos años, sobre todo en nuestro país, siempre con la necesaria dosis de sorna, retranca y mala uva. La eterna corrupción, el PPSOE, la nueva política, la monarquía, el terrorismo, la muerte del periodismo, la adicción tecnológica, el vergonzante problema de la vivienda, la precarización laboral sin límites, el «rancismo» cultural e incluso criminal —del machismo «pollavieja» a la violencia de género pasando por las sandeces y prebendas de la religión— o la aparición del «monstruo Trump», pasados por el filtro del humor, una de las «armas» más potentes para mostrar la realidad sin tapujos y, quizás, hacer pensar…
El fruto prohibido, Liv Strömquist (Reservoir, 2018)
Nuestra segunda propuesta «comiquera» para Sant Jordi llega de la mano de la historiadora, locutora de radio, televisión y tenaz activista feminista sueca Liv Strömquist, en esta punzante revisión histórica de la estructura patriarcal de la sociedad en la que vivimos a través, nada menos, de un pormenorizado repaso al pudorosamente denominado «órgano sexual femenino» a lo largo de los siglos. Así, Strömquist destaca cómo ha ido cambiando la percepción, (des)información, concepciones y posiciones médico-religiosas acerca de tres «enormes y peligrosos» tabúes: la representación de la vulva, la relación de la mujer con el sexo, los orgasmos y el placer, y la menstruación y sus implicaciones. Y, mediante un análisis claro, directo y sencillo, donde pesa más la palabra escrita que la representación gráfica, junto a grandes dosis de ironía, la autora demuestra la testaruda necesidad masculina de ocultar, manipular y dirigir el cuerpo de la mujer o sus sentimientos. Es decir, la sistemática negación de la mujer como sujeto físico, de su cuerpo y de su sexualidad —y para los que estéis pensando que hablamos de tiempo pretéritos, mejor que empecéis a leer ya el libro—. En definitiva, El fruto prohibido, es una sugerente y provocadora obra que a base de conceptos políticos, sociológicos y científicos viene a rebatir aquello que se nos ha estado enseñando desde que Eva cometiera el «pecado original».
OTROS
Guerrillas, Jon Lee Anderson (Sexto Piso, 2018)
Clásico del periodismo de guerra, crónica de crónicas y mirada al conflicto desde dentro de unos de sus fenómenos más singulares y explicativos, el grupo armado, Guerrillas es un libro que, pese a situarnos a caballo entre los 80s y los 90s, sigue «devorándose» como una obra adelantada a su tiempo. Porque Jon Lee Anderson nos habla de globalización antes que la palabra y el concepto se convirtieran en cliché, engarzando sus vivencias y viajes por varios lugares donde la revolución creó una anomalía no solo bélica, sino una estructura sociopolítica y cultural paralela, supeditada al ideal mayor de la resistencia y la victoria final. Estableciendo paralelismos, resaltando las diferencias y avanzando en su reportaje global a través de los perfiles humanos con quienes interactúa, el periodista californiano nos ofrece la extraordinaria posibilidad de introducirnos en el día a día de los muyahidines en Afganistán, el FMLN en El Salvador, el Ejército de Liberación Nacional Karen en Birmania, el Frente Polisario en el Sáhara Occidental, así como las células palestinas que batallan contra Israel en Gaza. Y así, Anderson nos desmenuza una forma de vida única en todas sus complejas dimensiones, además de plantearnos algunas preguntas que, a día de hoy, aún siguen sin resolverse. Porque revolución y terrorismo -el de Estado también cuenta- son palabras que dan mucho miedo… pero conviene entender que hay detrás.
Diario de una adolescente, Phoebe Gloeckner (Reservoir, 2018)
Y para cerrar nuestro Especial Sant Jordi, uno de esos libros escurridizos, casi imposibles de clasificar, pero no por ello menos atractivo. Diario de una adolescente es un híbrido de novela gráfica cuya estética es deudora del gran Robert Crumb —no obstante su autora fue parte de la misma escena del cómic underground del San Francisco de los 70s—, transgresora obra sobre la adolescencia —llevada al cine en 2015 por Marielle Heller— o, como bien reza su título, un diario y, por tanto, relato biográfico tras el que se esconde la propia Gloeckner. En cualquier caso, lo que es seguro es que la vorágine vital de su protagonista Minnie Goetze, narrada en desinhibida primera persona y con todo lujo de detalles, resulta una lectura «volcánica». Desde la primera relación amorosa con el novio de su madre alcohólica, a la situación económica y familiar de un hogar desestructurado, pasando por sus escarceos con las drogas, su devoción por Janis Joplin o los caramelos a, sobre todo, su efervescente y desenfrenada afición por el sexo. Contada de forma apabullantemente natural y transparente, el despertar sexual de esta quinceañera —que a veces parece confundir placer con afecto y amor— nos hará recordar esa etapa de la vida en la que todos hemos sido un poco «hormonas andantes», eso sí llevada al extremo y a mil quinientas revoluciones por minuto.
¡Feliz Sant Jordi y a leer todo lo que podáis!
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