Marius Lauber, el chico que se esconde tras el nombre de Roosevelt, se ha convertido en uno de los músicos más activos de la electrónica actual. Con tan solo 26 años ha pinchado en los clubs más importantes del mundo, y desde de 2013, año en que editó “Elliot”, su aclamado debut en forma de Ep, nos ha dejado alguna que otra píldora con la que lanzarnos a la pista de baile. Ahora edita el que es su primer álbum, con el que, se supone, que tiene que ascender a la primera línea de la música electrónica actual.
Synth-pop y Balearic: esas son las dos etiquetas que mejor definen sus canciones. El de Colonia se mueve entre la frialdad del primero, y la calidez del segundo, y cuando logra dar con la tecla adecuada que une los dos estilos, consigue resultados realmente interesantes. Lo malo es que, muchos de esos momentos, ya los hemos escuchado antes. La mitad del disco pertenece a los singles previos, tanto los de hace tres años, como los que ha ido editando en el último. Gracias a esto, se pierde un poco el efecto sorpresa, pero eso no quita que estos temas sigan funcionando. Es el caso de ‘Fever’, el que, sin duda alguna, es el mejor corte del álbum. En él, se vuelve abiertamente pop, y se lanza a la pista con un estribillo redondo, un teclado absolutamente ochentero, y una guitarra limpia de lo más funk. Es imposible resistirse a ella, al igual que es imposible resistirse a ‘Heart’, que va por el mismo camino.
Si nos vamos a la parte menos lúdica del disco, esa que podríamos meter dentro del sonido Balearic, la cosa cambia. Aquí le cuesta dar con el single perfecto, y, aunque hay temas como ‘Wait Up’ y ‘Hold On’ que se acercan, termina quedando una extraña sensación de aburrimiento. En parte porque le faltan un buen motón de estribillos, y en parte porque no hace nada que no se haya hecho ya. Sin ir más lejos, nuestros Delorean lo hacían mucho mejor, y más divertido, hace unos cuantos años. Afortunadamente, en ‘Night Moves’ y ‘Colours’ se anima un poco más – los teclados house de la segunda entran de maravilla-, y al menos nos hace bailar.
El debut de Roosevelt no es un mal disco, de hecho, contiene media docena de temas notables, pero en conjunto no termina de cuajar del todo. Para empezar, le ha quedado demasiado largo, y fácilmente le sobran tres o cuatro cortes. Además, no resulta demasiado coherente, y entre medias de tanto baile, aparece una balada sucia como ‘Belong’, que está más cerca de un disco de Chromatics que de otra cosa. Lamentablemente, tiene toda la pinta de que estamos ante un músico de singles, y no de álbumes completos.